Suena tu despertador, son las 6:15 a.m.
De sólo escuchar ese timbre o tonada, todo tu cuerpo entra en tensión. Sientes que se te pasó rapidísima la noche y que no descansaste lo suficiente. A como puedes, te levantas y comienza tu rutina de cada día. Corriendo, acelerada, de prisa, porque se te hace tarde. Lograr que los niños se levanten, desayunen, el viaje…
Se te pasó una hora… Hora y media, como robot, tal cual. Entre prisas, gritos, algún corajillo, y ni tiempo te diste de agradecer.
El 90% de las personas no sabemos porqué nos levantamos cada mañana.
No nos ponemos un propósito, lo hacemos como mecánicamente. No valoramos el maravilloso regalo de un nuevo día, la hermosa bendición de vivir. ¡La página en blanco que se nos regala!
Te invito a que al despertar rompas con tu rutina. ¡Regálate un minuto!
¡Agradece tu nuevo día!
Da gracias por tu descanso, por tu cama tan rica. Sonríe para ti misma. Siente cada parte de tu cuerpo, ponte de pie y estírate. Agradece tu salud. Agradece poder ponerte de pie sin ayuda. Mira tu ventana y observa las primeras luces del amanecer. Esos primeritos rayos de sol, y vuelve a sonreír. La sonrisa manda al cerebro señales de bienestar, y automáticamente tu cerebro las envía al resto de tu cuerpo creando una sensación de plenitud y bienestar.
Respira hondo, muy hondo y suelta el aire. Oxigénate y vuelve a agradecer.
Agradece por tus hijos y su salud, por tu esposo y su trabajo, por que eres tú quien les da el primer beso de su día. Eres tú la que tiene ese maravilloso regalo de despertarlos o, si ya se despiertan solos, eres tú la que les da los buenos días con un beso y una sonrisa. ¡No te imaginas la súper carga positiva que eso les dará para su día!
Disfruta tu primer sorbo de café. Si comes algo de fruta, saboréala despacio en tu paladar, ¡siente como todo tu cuerpo va despertando a los olores y sabores! Si eres una mujer espiritual, ofrece tu día junto a tus hijos. Haz una oración de agradecimiento junto con ellos, los estarás educando desde chicos a ser agradecidos.
Ya podrás continuar con la rutina de cada día – desayuno, lunch, viaje – pero tu actitud y tu disposición, ¡de verdad serán otros! Hasta serás capaz de resolver algún inconveniente de última hora sin alterarte ni perder el control. Es impresionante como si nosotras – las mamás – estamos de buenas, todos estarán de buenas. Cuando perdemos el control y andamos aceleradas, todos en casa se contagian.
Cuando agradecemos, valoramos y apreciamos las cosas que tenemos, le damos un valor a las cosas que damos por hechas, como la salud y la vida. Nos volvemos sensibles.
Al agradecer se dibuja en nuestro rostro una sonrisa que contagia.
Un corazón agradecido es un corazón generoso.
Si empezamos el día haciendo una lista de todo lo que tenemos, y lo afortunadas que somos, sentiremos una gran paz y tendremos la fuerza necesaria para enfrentar nuestro día con lo que venga.
Leave a Reply